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Harris: de olvidado a ganarle a Curry

Charlotte, la ciudad en la que crecieron Seth y Stephen Curry mientras su padre, Dell, hacía carrera como especialista tirador tras llegar a la franquicia de Carolina del Norte a través del draft de expansión en 1988. Charlotte, donde regresaba el All Star por primera vez desde 1991, con los hermanos Curry en el concurso de triples, Steph convertido ya en el mejor tirador de siempre, y su padre en el centro de la pista charlando con ellos primero y tirándose unos triples después con Ray Allen, Glenn Rice y Mark Price. Charlotte, donde Stephen Curry puso en pie al público en la primera ronda con 27 puntos y los diez últimos tiros sin fallo. Y donde abrió la final con nueve aciertos, la grada en pie, ovaciones con cada bola que despegaba hacia el aro y en rumbo a un desenlace Hollywoodiense… que, zas, estropeó Joe Harris.

Curry dejó pronto atrás a Buddy Hield pero el otro finalista, Harris, se le atragantó. En el último carro, que se había reservado para el moneyball (todos los tiros con valor doble) y en el que Harris basó su triunfo con un 10/10 en la noche, Curry falló un lanzamieno que le dejó (26-24) segundo. Ambos, Harris y Curry, totalizaron 51 puntos, el récord total de un concurso en el que ahora cada ronda reparte 34 puntos y no los 30 tradicionales. En Charlotte, en la vuelta casa de Curry con su padre en la pista, Harris fue tan bueno lanzando como Stephen Curry y le ganó en la foto finish. Uno es uno de los mejores de la historia, el único jugador que ha sido MVP unánime y tiene 24 millones de seguidores en Instagram. El otro andaba antes del concurso en 18.000 en esa red social y en 2016 estuvo siete meses literalmente fuera de la NBA antes de que los Nets lo repescaran con un contrato de dos años y solo 2,5 millones, además con la segunda temporada no garantizada.

Dice DeMarre Carrol que Harris es el “chico de póster” de los Nets. Y algo de eso hay: fue el primer fichaje del tándem Sean Marks (general manager) y Kenny Atkinson (entrenador). Este último, que venía de ser asistente en los Hawks, buscaba a su particular Kyle Korver. Y Harris había desaparecido tras una grave lesión en un pie y un traspaso de Cleveland a Orlando, donde fue cortado inmediatamente (enero de 2016). Los Cavs le habían dado el número 33 del draft en 2014, justo antes del regreso de LeBron James. Entre las exigencias competitivas de nuevo cuño con el regreso del hijo pródigo y la lesión, solo había jugado 56 partidos en Cleveland cuando su futuro en la NBA corría serio peligro. Hoy es titular indiscutible y campeón de triples para la gran revelación de la temporada, unos Nets que son sextos del Este (30-29) y que están firmando una reconstrucción prodigiosa de la mano de Marks y Atkinson, que heredaron una de las situaciones más difíciles de la historia tras el nefasto acuerdo con los Celtics por Kevin Garnett y Paul Pierce que no arregló el presente y destrozó el futuro de la franquicia, ambiciosa sin freno después del traslado a Brooklyn.

“Si te ha sorprendido, es que no ves mucho a los Nets”
Harris terminó la temporada pasada con casi un 47% en triples en sus últimos 44 partidos y este año está en un 47 con casi 14 puntos y más de 3 rebotes de media. Un arma fundamental para un Atkinson que le define así: “Yo quiero que tire más porque es un fantástico tirador, pero él no quiere hacerlo porque es una fantástica persona”. Harris representa lo que ya es un secreto a voces en la NBA: los Nets tienen química, una dirección excelente, un plan muy atractivo para los jugadores y un entorno admirable. De la nada, vuelven a ser un destino atractivo para los agentes libres porque el mercado (Brooklyn) siempre va a estar ahí.

Harris llegó al verano como agente libre y la idea de no moverse de Brooklyn, donde va a los partidos en metro y reconoce que no le suele identificar casi nadie: “Por mi aspecto, deben pensar que trabajo en una cafetería hipster”. Avanzado julio firmó por dos años y 16 millones y ahora, cumplidos los 27, se ha confirmado en Charlotte como uno de los mejores tiradores del mundo. Algo que era un sueño cuando de niño lanzaba mil veces al día y repasaba las frases de estrellas de la NBA que tenía apuntadas por las paredes de su habitación en Chelan, un pequeño pueblo de 4.000 habitantes muy al noroeste, en el estado de Washington. Allí iba desde los cuatro años a los entrenamientos de su padre, entrenador del equipo de instituto en el que después jugó. De ahí a cuatro años de trabajo duro en Virginia, el circo de debutar en la NBA con los Cavs de LeBron y Kyrie, una lesión peliaguda, el ostracismo… y el regreso a lo grande, culminado con (por ahora) el concurso de triples 2019 en el que se permitió robarle los focos y los titulares a Stephen Curry. Nada menos. Pero como dice el periodista que cubre a los Nets Anthony Puccio, si te sorprendió lo que hizo Harris en la noche del sábado “es que no ves muchos partidos de los Nets”. Así de simple.