Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, se ha cansado de la ACB, la competición doméstica del baloncesto español. El desencanto entre club y liga se ha gestado a lo largo de una década, pero saltó definitivamente por los aires durante la pasada final de la Copa del Rey. Entonces, los escándalos arbitrales motivaron que la entidad filtrara una idea explosiva: su abandono de la ACB, un golpe mortal a una competición en caída libre. Hoy Pérez la ha verbalizado en un anuncio sorprendente: “He pedido [a la NBA] que nos incluyan en la Conferencia Este pero dicen que está lejos”.
¿Puede el Real Madrid terminar en la mejor liga de baloncesto del mundo?
No. No al menos a corto plazo. Si la idea parece loca es porque lo es. La NBA lleva muchos años tanteando la posibilidad de expandirse en el continente europeo. Fue un proyecto explorado por el anterior comisionado de la liga, David Stern, y que ha recogido con más celo su sucesor, Adam Silver. Los clubes estadounidenses se han acostumbrado a girar por Europa durante sus pretemporadas, y este año un partido oficial se disputará en el pabellón de París. La idea, aún muy difusa y abstracta, consistiría en abrir una División al otro lado del Atlántico.
Con varios equipos. Y entre ellos, lógicamente, el Real Madrid.
Pero. Median infinidad de problemas. El principal, la NBA no quiere expandirse. La liga está compuesta por treinta franquicias privadas que operan bajo una estricta regulación y que reparte los generosos dividendos generados por la competición. La competencia por adjudicarse una franquicia es alta, y ciudades como Seattle o Kansas City, muy relevantes desde el punto de vista comercial y demográfico, llevan años en la lista de espera para obtener una. Silver ha sido claro al respecto: ampliar el número de equipos no está sobre la mesa a corto plazo.
Logística. Para el Real Madrid, la distancia es un problema. Pese a insertarse en la Conferencia Este, el equipo tendría que viajar a lo largo y ancho de Estados Unidos de forma frecuente (los partidos se juegan cada dos o cuatro días y los vuelos son constantes). Algo inviable desde el otro lado del Atlántico. Existe además una preocupación creciente por el estado de salud de los jugadores y la carga de trabajo. La NBA ha estirado su calendario para permitir más jornadas de descanso a lo largo de la temporada, una tendencia que encaja mal con traslados frecuentes a Europa.
Números. ¿Descarta eso cualquier ampliación al viejo continente? No, pero fija la estrategia: si la NBA salta a Europa lo hará contando con numerosos equipos, no sólo con uno. Candidatos hay (CSKA, FC Barcelona, Maccabi, Olympiakos, Fenerbaçhe), pero las barreras financieras y estructurales son demasiado altas como para derribarlas a corto plazo. Los clubes europeos operan de forma distinta a los estadounidenses y mueven negocios sustancialmente más pequeños. El presupuesto del Real Madrid, unos 44 millones de euros, apenas representa el 50% del mínimo que deben invertir las franquicias de la NBA en el salario de sus jugadores.
Europa debería reformar sus canchas, expandir sus negocios y aceptar la rígida regulación sobre la que operan los equipos estadounidenses. Es un proceso aún muy difuso y que requiere de mucho más tiempo.
¿Entonces, locura? No del todo. La NBA se orienta hacia un mercado global, y tarde o temprano se expandirá fuera de Estados Unidos (descontando Toronto, presente en la liga desde finales de los noventa y culturalmente anglosajona). A corto plazo, el destino más probable es Ciudad de México. Está cerca, opera en franjas horarias similares y alberga un mercado gigantesco (más de 20 millones de personas) en plena revolución demográfica latina de Estados Unidos. Europa tiene el talento, el público, la historia y el mercado (más de 500 millones de habitantes). Le falta todo lo demás, pero es una opción atractiva para la NBA.
Euroliga. Entre tanto, ¿qué? Florentino Pérez está genuinamente harto de la ACB, y el runrún del abandono circula por los medios desde el año pasado. En parte, el Real Madrid busca obtener mejores condiciones de una liga que se le ha quedado pequeña. La ACB lleva más de una década en caída libre, con menos ingresos y audiencias disminuidas. El camino adoptado tanto por la entidad blanca como por el Barcelona y Baskonia ha sido la Euroliga: una suerte de NBA a la Europa que, poco a poco, ha pasado de torneo ocasional a competición paralela en toda regla.
Con 30 partidos al año en liga regular, el Madrid, fuera de la ACB, tendría asegurado su espacio competitivo. Para Florentino es un objetivo más realista, pese a las barreras particulares que la Euroliga afronta en su expansión.