Decepcionante. Solo así puede definirse el rendimiento de Kemba Walker en la histórica franquicia de Boston Celtics. Después de que la apuesta por Kyrie Irving saliera mal, Danny Ainge y toda la gerencia de los de Massachussets se las prometían muy felices con el fichaje de un hombre que llegó para formar un Big 3, en el que él aportara experiencia, aplomo y dirección del juego. No ha cumplido con nada de eso y apenas dos años después de su llegada, todos los rumores en la NBA indican que abandonará la disciplina del equipo a final de temporada. El mal momento en que se encuentran los de Brad Stevens dará lugar a decisiones drásticas a final de año y debería haber un milagro para que Walker no se vaya por la puerta de atrás del equipo céltico.
Teniendo en cuenta que estas dos campañas de mal rendimiento han devaluado bastante a Kemba y que ya tiene 30 años, tendrán que explorar bien el mercado para encontrar la mejor solución para ambas partes. El estilo de base que es Walker no ha encajado nada bien en estos Celtics, necesitados de un jugador generoso, que dirija bien al equipo y no necesite mucho balón y protagonismo ofensivo para ser importante. Lo visto en el rookie Payton Pritchard ha convencido a Stevens de que deben ir por ahí los tiros, y de que Kemba no es complementario con Jayson Tatum y Jaylen Brown. Ha trascendido que los Celtics tienen ya ofertas serias por él, habiéndose interesado franquicias como Orlando Magic, Chicago Bulls o New Orleans Pelicans, por lo que parece claro que estos son los últimos meses de Walker vestido de verde.