En su temporada aniversario 75, la NBA tiene unas Finales que parecen hechas a medida. Golden State Warriors y Boston Celtics, dos de las 11 franquicias originales de la liga, estarán cara a cara en la disputa por el trofeo Larry O’Brien. La franquicia más ganadora de los últimos 10 años contra una de las dos que más títulos han logrado en la historia.
Tres claves a seguir:
La experiencia contra la juventud
El trío compuesto por Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green está a punto de comenzar sus sextas Finales: juntos disputaron 26 partidos, de los cuales ganaron 17 (Green faltó en una derrota ante Cavaliers en 2016 y Thompson en otra ante Raptors en 2019). Conocen bien de cerca de que se trata esto.
En cambio los Celtics no presentan ni a un jugador que haya estado en una definición de la NBA: Al Horford y Daniel Theis son los únicos mayores de 29 años que hay en el plantel, cuyo núcleo central está constituido desde hace varias temporadas salvo por los dos años fuera que estuvo Horford justo cuando llegó Grant Williams.
A lo largo de la postemporada se notó como los Warriors han tenido un plus por su conocimiento de estos escenarios, tanto ante Memphis Grizzlies como contra Dallas Mavericks, pero Boston no ha evitado escenarios bravos, sino todo lo contrario: eliminó a Brooklyn Nets, Milwaukee Bucks y Miami Heat, tres cucos del Este a los que venció dos veces como visitante en cada serie.
Antecedentes históricos:
Golden State Warriors y Boston Celtics ya se enfrentaron en unas Finales: sucedió en 1964, en la segunda temporada de los Warriors en California. Los Celtics, que llevaban cinco años consecutivos consagrándose campeones, se impusieron por 4-1 con actuaciones estelares de Bill Russell, Sam Jones, Tom Heinsohn y John Havlicek.
Wilt Chamberlain, estrella de los Warriors, marcó los mejores números de la serie, con 29,6 puntos y 27,6 rebotes de promedio, pero solo logró darle un triunfo a su equipo en una serie que se definió con dos partidos de resultado apretado.