Los Golden State Warriors de Stephen Curry hicieron valer su leyenda este jueves en Boston y se alzaron con su cuarto anillo en ocho años. Por si fuera poco mérito, ganaron (103-90) en el sexto partido de la eliminatoria (4-2) y a domicilio, ante una de las aficiones con más solera de la NBA. Los de San Francisco pasaron por encima de unos Celtics que, zarandeados por la realidad, despertaron en casa y con la ropa puesta, con la resaca de la oportunidad perdida de volver al exclusivo club de los elegidos para la gloria.
Habían pasado cuatro años desde que los Warriors levantaron su último trofeo. Cuatro años que se sintieron al término del partido como un paréntesis injustamente largo para el triunvirato de sus estrellas: Curry, que obtuvo ―como era de esperar― el trofeo MVP al mejor jugador de la final, Klay Thompson y Draymond Green. Se conocieron siendo unos muchachos y llevan jugando juntos una década, en la que han logrado cuatro anillos; tres de ellos antes de la pausa obligada por una pavorosa lesión de Thompson, que lo mantuvo fuera de juego 31 meses, hasta su regreso en el pasado mes de enero. Aún no está en la plenitud de sus facultades, pero las que a día de hoy le asisten bastaron para que los suyos se llevaran un campeonato que, no es demasiado echar a volar la imaginación, a él le habará sabido especialmente a gloria.
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— Warriors on NBCS (@NBCSWarriors) June 17, 2022